Hablamos mucho sobre ellos por aquí, pero, ¿sabes qué es un funcionario? Por si no es así, voy a dejártelo muy claro en este artículo.
Yo soy Nick, de Formación Ninja, y junto al equipo que lleva esta academia online hemos ayudado a cientos de personas como tú a convertirse en funcionarios. Si es la primera vez que lees algo sobre este concepto y quieres saber más, has aterrizado en la guía perfecta.
¿Qué es ser un funcionario?
Llamamos funcionario a una persona que ha conseguido un puesto fijo como empleado público y que tiene una relación directa de trabajo con el Estado mediante una normativa específica de Derecho Administrativo, lo que lo diferencia de los contratos habituales en el sector privado.
Esto implica que, al incorporarte como funcionario, trabajas de forma estable y con ciertas garantías que no podrías tener en el sector privado. Vamos: que ser funcionario es un privilegio a nivel laboral. Si no me crees, sigue leyendo.
Para serte más claro, la mayoría de gente cuando dice “funcionario” en realidad se refiere al funcionario de carrera. Es aquella persona que accede a un puesto fijo en la Administración Pública tras superar un proceso selectivo en el que se valoran sus méritos y capacidades. Puede ser un proceso largo, pero vale la pena.
Ojo, porque hay gente que confunde el término de funcionario con empleado público, y no son lo mismo…
¿Qué es un empleado público?
El término empleado público abarca a todas las personas que prestan servicios retribuidos para las administraciones del Estado. Estoy hablándote de los funcionarios, pero también de otros trabajadores que pueden tener contratos laborales al uso.
¿Vemos qué tipos de empleados públicos hay, para que entiendas todos los matices?
Los tipos de empleados públicos
Vamos a aclararlo, porque con esto la gente se lía mucho (yo también, en su momento):
Funcionario de carrera: El típico funcionario al uso. Es la persona que, tras aprobar la oposición, consigue una plaza fija en la Administración. Más abajo te comento las ventajas de esta modalidad en específico y cómo convertirte en funcionario, si lo deseas.
Funcionario interino: Están para cubrir vacantes o ausencias de forma temporal. Entran a través de una bolsa de empleo, lo que les permite ocupar un puesto cuando el titular no está disponible. Cuando el titular regresa, debes abandonar el puesto, aunque trabajar como interino te puede ayudar a sumar puntos en procesos de concurso.
Personal laboral y eventual: También están aquellos que prestan sus servicios mediante un contrato laboral, regido por el Derecho Laboral y no por el Derecho Administrativo, que es una de las principales diferencias entre el funcionario y el personal. Esto implica que su relación con la Administración se asemeja a la de cualquier empleo del sector privado, así que tienen una estabilidad inferior a la de los funcionarios. Hay varios subtipos:
Personal laboral fijo: Se contrata por un tiempo concreto, aunque en ocasiones este contrato puede pasar a ser indefinido. La estabilidad es mayor que en un contrato temporal, pero no llega al nivel que te ofrece una plaza de funcionario.
Personal laboral por tiempo indefinido: En este caso, el contrato no marca una fecha de finalización. Pero sigue sin contar con las garantías de estabilidad de un funcionario de carrera.
Personal laboral temporal: Se contrata para responder a necesidades puntuales de la Administración. La duración del contrato está limitada desde el principio (p. ej.: 5 meses).
Personal eventual: Este tipo de contratación se usa para funciones específicas y extraordinarias, sin formar parte del cuerpo fijo. Es un vínculo también temporal, que se activa cuando hay que cubrir tareas concretas de manera urgente.
¿Te queda claro ya el abanico de opciones que hay? Bueno, ¿exploramos por qué el funcionario es un tipo de trabajo tan buscado en España?
¿Vale la pena ser funcionario?
Si te preguntas si merece la pena luchar por esa plaza, yo lo tengo claro: SÍ. Ser funcionario te ofrece unas ventajas que hoy en día no tienen precio.
En primer lugar, la estabilidad es de lo mejorcito que hay. Una vez consigues una plaza fija, es FIJA de verdad. Tienes la seguridad de contar con un empleo de por vida. Esto te permite dejar de preocuparte por contratos temporales o cambios inesperados y centrarte en construir un futuro sólido.
Además, el sueldo de funcionario suele ser más interesante que en el sector privado. Se paga de forma puntual y encima hay complementos como los trienios o los complementos específicos. No parará de subir.
La posibilidad de crecer profesionalmente es otra ventaja importante. En la Administración Pública, tienes oportunidades de ascenso y de ampliar tus responsabilidades, subiendo de nivel, lo que te permite evolucionar y adaptarte a tus objetivos a lo largo de tu carrera.
Y si en algún momento necesitas cambiar de entorno, la movilidad dentro del sector te facilita trasladarte a otra localidad o departamento sin perder la calidad del puesto.
No podemos olvidar tampoco el tema de la conciliación. Con un horario más estable y unas condiciones laborales pensadas para que puedas disfrutar de tu tiempo libre, es mucho más fácil equilibrar la vida personal y profesional.
Por último, ser funcionario te otorga un amplio abanico de derechos laborales que protegen tu trabajo y tu integridad. Te sentirás más respaldado que nunca.
Bajo mi punto de vista, sí, vale la pena ser funcionario. Al fin y al cabo, hoy en día contar con las condiciones de trabajo de las que disfruta un funcionario es todo un privilegio.
¿Te ha molado?, ¿quieres saber más?
¿Cómo puedes ser funcionario?
La vía es la oposición, un proceso selectivo en el que compites mediante exámenes y pruebas. Para acceder a una plaza, tienes que:
Cumplir los requisitos de la convocatoria.
Enviar la solicitud en el plazo establecido.
Abonar las tasas de examen.
Obtener una buena nota en las pruebas y en la evaluación de méritos.
Además, ten en cuenta que para ser funcionario en España debes cumplir unos criterios básicos, como:
Nacionalidad: Ser español o cumplir ciertas condiciones especiales si eres de otro país.
Edad: Haber alcanzado la mayoría de edad (normalmente 16 o 18 años, según el puesto).
Titulación: Contar con el título que se pida en cada convocatoria (los requisitos varían según el grupo profesional).
Capacidad funcional: Poder llevar a cabo las tareas del puesto, lo que puede significar que tengas que superar pruebas físicas.
Habilitación legal: No tener antecedentes que te inhabiliten para trabajar en el sector público.
Los requisitos específicos se detallan en las bases de cada oposición y varían según el grupo al que te opongas. Por ejemplo:
Grupo A: Requiere estudios universitarios o técnicos.
Grupo C: Se orienta a quienes tienen estudios de bachillerato o la ESO.
Si te interesa saber más, puedes verte nuestro artículo sobre cómo ser funcionario, donde te cuento mucho más.
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