Hay historias que te enseñan que el camino hacia tu plaza no siempre es recto.
A veces hay curvas. A veces hay caídas. Y a veces, por 4 centésimas de segundo, te quedas fuera cuando lo tenías todo ganado.
Esta es la historia de Iván.
Un opositor a bomberos que pasó de quedarse a las puertas de Valencia por 12:00:04 en una prueba de 3000 metros, a convertirse en bombero interino en Cádiz y profesor de Formación Ninja.
Su testimonio es una lección de resiliencia, estrategia y humildad.
A través de su experiencia entenderás que aprobar no depende solo de estudiar más, sino de estudiar mejor, rodearte de las personas correctas y no rendirte nunca.
Este post es una transcripción de una entrevista en vídeo que le hicimos hace unos meses. Si lo prefieres, puedes verla completa en este enlace:
El comienzo: de ingeniero aeroespacial a bombero
Cuando bomberos deja de ser un sueño de niño

Iván tiene 36 años. Es del 88. Y como muchos niños en España, de pequeño soñaba con ser bombero.
Pero en 2006, cuando tenía 18 años y terminaba bachillerato, ese sueño se diluyó.
"Yo viví el antes de la crisis. Si estudiabas la carrera ibas a ser la hostia. Entonces era: ¿cómo vas a ser funcionario con lo bien que estudias?"
Por aquel entonces, opositar era casi de tontos. Cualquier persona ganaba más que un funcionario. Había trabajo. Había oportunidades.
Así que Iván estudió Ingeniería Aeroespacial (antes Aeronáutica). Y tuvo suerte: encontró trabajo relativamente rápido en Valencia, en su propia ciudad.
Trabajaba con helicópteros de extinción y de salvamento marítimo. Un trabajo interesante. De los más chulos de su promoción.
Pero algo le faltaba.
"Me picaba mucho el culo en la silla. Estar ahí de lunes a viernes... Veía a los pilotos, a los de salvamento marítimo, que son casi como bomberos, y decía: hostia, estos se están dedicando a algo que mola mucho."
La chispa que cambió todo
Iván practicaba CrossFit. Y ahí conoció a dos bomberos.
"Me cansé de decirles que quería vivir como ellos. Y un día dije: me voy a poner. A tomar por saco."
Tenía 32 años. No eran los 30. No eran los 35. Eran los 32.
Ningún número redondo. Pero fue su cumpleaños. Febrero de 2020.
Y ese fue el momento.
"Dije: esta es la mía. Voy a sacarme los carnés mientras todavía tenga un poco de pasta. Y a los 15 días... empezó el COVID."
Febrero de 2020. Justo antes de que el mundo se parase.
El aterrizaje: más perdido que el barco del arroz
La primera academia: el caos absoluto
Cuando Iván aterrizó en su primera academia presencial, se sintió completamente perdido.
"Más perdido que el barco del arroz en la Bahía de Cádiz."
Pensaba que iba a llegar, le iban a decir "este es el temario, estas son las físicas, vamos a hacerlo así", y listo.
Pero no.
"Llegas a tu primera clase y te sueltan una clase de la ley de emergencias de la Comunidad Valenciana. Y tú dices: ¿pero esto a cuento de qué viene?"
O te empiezan en legislación. Y tú, con tu mente de ingeniero, piensas: "¿Para qué coño tengo que memorizar estas cosas?"
Además, los manuales de bomberos no son perfectos.
"Los suelen hacer bomberos. La física, la química... les sudan. Buscan la aplicación al mundo real. Y yo, del mundo ingenieril, empezaba a encontrarme erratas. Decía: pero esto no es así."
Pero claro, luego en el examen te preguntan del manual. Y te lo tienes que memorizar así.
"Diría eso: perdido y enfadado con el temario. Decir: ¿por qué me tengo que estudiar yo esto?"
Hasta que descubrió las técnicas de estudio.
El descubrimiento que lo cambió todo
Iván llevaba un año opositando cuando encontró a Formación Ninja.
Bueno, más concretamente, cuando encontró un vídeo en YouTube.
"Creo que fue un vídeo tuyo, Nick, muy al principio. El de las competencias del Estado en la Constitución. Lo de tu primo el mexicano. Lo de 'satisfier'."
"Me explotó la cabeza. Dije: cómo, ¿eso está guapo?"
Porque Iván, inconscientemente, ya usaba algunos trucos. Pero sin metodología. Sin profesionalidad.
"Cuando las aplicas con profesionalidad, hostias, cómo cambia."
Y se apuntó a Memoria Ninja (el precedente de Formación Ninja).
Fue alumno. De los primeros. De los exigentes.
"Yo era el alumno pesado. Hacía muchas preguntas todo el tiempo. Quería entenderlo todo."
La primera curva de aprendizaje: ¿merece la pena?
Al principio, Iván tuvo dudas.
"Rechazo en el sentido de decir: buah, qué cantidad de tiempo le voy a tener que dedicar a esto para prepararlo bien."
Porque pensaba: "Hostia, con lo que tardo yo en prepararlo y en hacérmelo guay con técnicas de estudio, ya me lo he estudiado tres veces."
Pero le dijeron: Haz la prueba.
"Estudíatelo tres veces. Y dentro de dos meses, cuando yo te pregunte, vamos a ver de qué te acuerdas. Y esta otra te la voy a contar yo. Te voy a contar una historia, una parida, que vas a flipar. Y también te la voy a preguntar cuando me dé la gana."
"Y vamos a ver de cuál te acuerdas. Y no falla. Todo el mundo se acuerda de la historia de la parida, del código fonético. Y de lo que ha estudiado tres veces... pues no."
El momento del click
Iván empezó a sentir algo que nunca había sentido estudiando.
Se empezó a reír en los exámenes.
"Me reía en los simulacros y en los tests de la academia. Me empezaban a venir las paridas a la cabeza y decía: hostia, que es que me acuerdo de verdad."
"Son datos numéricos. ¿Qué te dice a ti un 50, un 60, un 70? Son todos iguales. Pero con código fonético sabes que es el loro, o el zorro, o el ferry. Y los empiezas a ver en los tests y dices: hostia."
"Me daba la risa. Me pasaba el test entero riéndome. Decía: hostia, que funciona. Y que encima me lo estoy pasando hasta bien."
Porque esa es otra: Iván llegó a pasárselo bien estudiando.
"Eso no lo había tenido en la vida."
Valencia, Ayuntamiento: el día que todo cambió
Un año y medio después: Top 40
Iván llevaba un año y medio opositando cuando se presentó al Ayuntamiento de Valencia.
Había empezado a usar técnicas de estudio los últimos 7-8 meses.
Y se presentó a un examen brutal.
"Éramos 1900 instancias. Solo aprobamos creo que fuimos 400 o algo así."
Las malas restaban. Las en blanco también. Restaban un 0,2.
Fue una auténtica escabechina.
"Fue muy escabechina. Pero claro, contestar muchas cosas te favorecía si las contestabas bien."
Iván quedó el 38 o el 40.
Con solo un año y medio de preparación. Con solo 7-8 meses usando técnicas de estudio.
Brutal.
Había 60 y pico plazas. Con expectativas de ampliación. Las físicas eran medio decentes.
"Sabía que estaba dentro."
La lesión que lo cambió todo
Una semana antes de las físicas, Iván se lesionó.
"Me jodí el isquio entrenando la prueba de velocidad. El 60 metros."
Los que llevan tiempo en bomberos saben que el 60 metros es de las pruebas más lesivas.
"Puedes estar super preparadísimo, que cualquier día, sin avisar, te rompes el isquio."
"Era la última de la mañana. Ni siquiera me avisó una repetición antes. Fue de repente. Sin avisar para nada."
Esa mañana se lesionó.
Y a mediodía publicaron las fechas de las físicas.
En una semana empezaban.
"Digo: bueno, pues nada. Voy a ir al fisio a preguntar a ver qué puedo hacer. Porque no llegó a ser rotura, era solo microrotura. Pero claro, ya esos días que me quedaban de reposo total."
12:00:04 - Cuatro centésimas
El lunes empezaban las físicas. La primera prueba era la natación.
"Ya en el salto desde el trampolín me molestó. Pero bueno, me permitió nadar. Hice mi tiempo de siempre. No pasó nada."
Al día siguiente era el press banca y el 60 metros.
"Los primeros 30 metros me dejó correr. Pero me pegó el latigazo. Y aun así lo metí. No me digas cómo, porque iba casi a la pata coja."
Pero al día siguiente era el 3000 metros.
"El famoso 3000 de Comunidad Valenciana. Que eso es un infierno. Que además no era una de mis pruebas fuertes. Ya iba tirando a justito."
"Y no hubo manera. Y encima lo suspendí."
El aprobado eran 12 minutos.
El reloj de Iván marcó 12:01.
Pero en realidad, si lo miras con centésimas, marcó 12:00:04.
Cuatro centésimas.
"Parece de coña. Porque no puede ser. Pero ahí están los registros. Todavía se puede ver. Son 12 minutos para el aprobado. Y dice 12:01 en el reloj. Además se veían por centésimas. Y en realidad dice 12:00:04."
La prueba más larga de toda la oposición.
Porque las otras duran segundos. Un minuto y un poquito en la natación.
Y Iván se quedó fuera por 4 centésimas en 12 minutos.
"Y allí no se podía suspender ninguna. Ahí, para casita."
El duelo: negación, ira, aceptación
Iván pasó por todas las fases del duelo.
"Primero la negación. No solo conmigo mismo, sino con los del tribunal. Yo diciéndoles: va, pero cómo va a ser esto así. Por 4 centésimas. Seguro que me dejan pasar. Lo voy a alegar y voy a poder seguir en el proceso."
"Nada. Lo miré todo. Las normas de atletismo. Y si era por debajo de 12, pasarte de 12 era estar fuera."
"Luego el enfado. La ira. La frustración."
"Y al final llega la aceptación. Y llega porque en todos los duelos llegas. Y si no llega, ve a un psicólogo."
El aprendizaje: dejar de vivir en el pasado
Iván pasó un mes de duelo. Se fue de viaje. Desconectó.
Y cuando volvió, hizo algo que pocos opositores hacen: análisis.
"Lo primero que aprendí fue a no tener prisa. Yo ya estaba muy bien posicionado en el teórico. Y no me hacía falta rascar esas décimas. Fue por lo que me lesioné, practicando el 60."
"Porque yo, desde el principio, ya podía sacar el 7. Estaba viendo a ver si rascaba el 8. Y no me hubiese hecho falta."
"Igual si no lo hubiese entrenado, igual estaba ahí. Igual no sé qué."
Pero lo más importante fue otra cosa.
"Lo que más trabajé fue en dejar de pensar: hostia, y si en esta pregunta hubiese respondido no sé qué, tendría 0,2 más y estaría no sé qué puesto."
"Déjate. Que eso ya ha pasado. Sigue con lo que tienes."
"Una vez que consigues eso, es super liberador."
Dejar de vivir en el pasado.
Esa fue la clave para seguir adelante.
El giro: de especialista a trotamundos
La estrategia cambia
Después de Valencia, Iván hizo algo que no esperaba.
Volvió a salir Cádiz. Temario abierto.
"Me dio un poco por tirarle a temario abierto. Sobre todo con el COVID, porque se pararon mucho las oposiciones. Dije: yo no puedo estar un año y pico sin presentarme a nada."
Iván era especialista en Comunidad Valenciana. Pero decidió abrirse.
"Los temarios eran muy compatibles. Allí tiran un poco de manual de Convent (un manual antiguo). Y el IVASPE (el manual de Comunidad Valenciana) ha mamado un poco de ese Convent. Se parecía bastante."
Se presentó. Y le fue bien. Quedó en bolsa.
"Quedé bastante lejos de la plaza. Entonces ahí no me llamaron."
Pero un año y poco después, volvió a salir Cádiz. Con un montón de plazas.
"Dije: me tengo que volver a presentar. Esta tiene que colar."
Y coló.
Bueno, casi.
"Si no fuese porque en una de las físicas la lié, que ahí puedes sacar un cero en una de las ocho pruebas, hubiese igual hasta pillado la fija."
Pero entró en bolsa. Y entró bien.
Y poco después, lo llamaron como interino.
Cómo preparar dos oposiciones a la vez
Iván no es el típico trotamundos. Él era especialista en Comunidad Valenciana.
Pero aprendió a combinar.
"Si por ejemplo tenía el día 8 horas de estudio, que luego cuando estaba trabajando era menos, mi horario normal con Comunidad Valenciana era: 2 horas de legislación, 6 horas de específico, y si me sobraba algo de tiempo, psicotécnicos."
"Con Cádiz, lo que hacía era un croquis. Una tabla con los dos temarios uno al lado del otro. Sobre todo la parte de legislación. Decía: vale, ¿qué parte de legislación tengo común? ¿Qué parte de específico tengo común?"
"Y empezaba a tachar. ¿Qué temas son comunes a las dos oposiciones? Los tengo que reventar porque me van a caer las dos veces."
"Y luego: ¿qué temas son específicos de cada oposición? Vale, pues si de normal estructuro mi semana con este tema, este tema, este tema... tengo que dejar aquí unas horas reservadas para Cádiz."
El ejemplo de las carreteras de Cádiz
"Obviamente las carreteras de Cádiz no me entran en Valencia. Entonces decía: vale, pues voy a dedicarle tres días seguidos a preparar el mapa bien. A maquetarlo con técnicas de estudio. Meterle imágenes. Meterle código fonético. Y luego los repasos los espacío un poco siguiendo la curva del olvido."
"Porque sabes que en un consorcio, carreteras te van a preguntar bastantes. A ese le tienes que meter más a machete."
"Con los demás, pues la parte de legislación. Vale, Constitución, aquí lo doy por repasado de los dos sitios. Pero le estoy metiendo a Cádiz porque lo tengo dentro de tres semanas."
Cómo memorizaba las carreteras
Iván es un máquina memorizando mapas.
"Las carreteras de Cádiz me las preparé en una semana. Y saqué tres de las cuatro preguntas que había de carreteras en Cádiz."
"Eso da asco."
Su método:
1. Maquetar el mapa en GoodNotes (iPad)
"Dividía por regiones. Por cuadrículas. Decía: vale, hoy voy a meterle a esta cuadrícula."
2. Código fonético + historias
"Por ejemplo, Jimena. Es nombre de chica. Una tía que está rellenita. Que es muy curvy. Y curvy era la 105."
"Y así iba todo el tiempo. Relacionando los propios municipios con un código fonético con el número."
3. Meter imágenes
"Si me cabe, lo pongo. Intento ponerlo siempre."
4. Imprimir el mapa y colgarlo en la pared
"Cuando lo tengo maquetado, que ya estoy conforme, lo imprimo. En A3 solía ser bien. Y lo pego a la pared."
"Y te pones media hora delante suya intentando memorizarlo. A veces ni siquiera eso. De estar por casa, estar estudiando cualquier otro tema, y decir: hostia, esta historia, ¿cómo era? Parece que me cojea un poco. Voy al mapa y lo miro."
5. Repasar sin mirar
"Intentaba recordarlo antes de mirar. Porque si no, sé que me estaba acordando porque lo acababa de ver."
"Entonces si repasaba, sin embargo en el método tradicional de estudio sí que lo haces así. Lo lees, lo tal, y luego lo intentas repetir. Pero aquí, yo al menos en mapas, buscaba eso. Buscaba intentar acordarme de todo."
"Y quizá también ahí juega un poco a mi favor el tema de tener tanta memoria. Porque digo: vale, Jerez sé que está en esta zona. Y sé qué pueblos tiene alrededor porque ya me acuerdo un poco intrínsecamente. Entonces ya empiezo a buscar las conexiones."
Y encima tenía acrónimos para acordarse de todos los parques de la zona de Jerez.
"Entonces también decía: uy, que me falla este pueblo, ¿cuál era? Y hacía la historia del acrónimo."
Tenías varias cartas para recordar un dato: acrónimo, cadena, código fonético.
Y eso es lo que le permitió prepararse las carreteras de Cádiz en una semana.
Y sacar 3 de 4 preguntas.
Iván en Formación Ninja: el profesor que ayudaba a su competencia
El dilema: ¿enseñar a tu competencia?
En algún momento, Iván decidió trabajar en Formación Ninja.
Primero fue alumno. De los primeros. De los exigentes.
Y luego, cuando vio que se buscaba un profesor para Comunidad Valenciana, mandó su currículum.
"Sinceramente, el primer impulso fue económico. No te voy a mentir. Se me acababa el paro. Y dije: bueno, pues a ver qué hago."
"Y no sé en qué momento se me encendió la bombilla. Digo: pues no será que... Hombre, yo sé que tienen un profesor. Pero había otro profe que era de Comunidad Valenciana. Y se alinearon los astros. Al final se acababa de ir cuando yo contacté. Llevaba como 15 días o algo así."
"Mandé mi currículum. Y bueno, con Cristina había estado de alumno también en Ninja y en Memoria Ninja. Y como que ya me conocíais un poco."
Iván entró como profesor. Y fue uno de los mejores profesores que ha pasado por Formación Ninja.
Pero había un problema.
Iván estaba opositando a bomberos. Y estaba enseñando a otros opositores a bomberos.
Opositores con los que competía por las mismas plazas.
¿Cómo lo llevaba?
"Alguna vez me han hecho dudar. Pero de fuera. Yo, de mí, nunca he dudado."
"Porque yo siempre pensaba que lo que le estaba enseñando a él, yo ya lo había memorizado 10 veces antes."
"Eso, para empezar. Para mí, enseñar era un camino de doble sentido. Porque también me estaba ayudando a mí mismo."
El poder de enseñar para memorizar
Iván descubrió algo que muy pocos opositores saben.
Enseñar es el mejor método de memorización.
"No te ha pasado a ti que cuando te preguntan alguna duda y se la tienes que explicar a alguien, lo memorizas aún más?"
"Es que ahí es doble chollo dar clase en Ninja. Porque es que se te queda muchísimo más cuando lo tienes que explicar."
"No sé qué procesos habrá en la cabeza, pero lo interiorizas muchísimo más."
De hecho, dicen que es el mejor método de memorización: explicárselo a otros.
Iván lo descubrió de la manera más brutal.
"En ese sentido me rentaba. Me compensaba. Lo que pueda ganar él por lo que voy a ganar yo."
La filosofía de Iván: ganar sin pasar por encima
Pero había algo más profundo.
"Esa gente en el futuro va a ser mi compañero. Yo quiero que esa gente tenga el mismo nivel que yo cuando estemos trabajando juntos."
"Sí que es una competición. Estoy completamente de acuerdo. Y hay que tener ese punto de tener que ganar a los demás."
"Pero yo también en la vida en general no soy de ganar a base de pasar por encima de otros o de esconder cosas."
"Soy de: vale, cuando lleguemos a meta te voy a adelantar. Pero de momento te llevo arrastrando conmigo. Porque no sé si me tropiezo. Igual tú me empujas ya."
Esa es su filosofía de vida en general.
"Aparte de que lo he descubierto también gracias a entrar en Ninja: qué guay eso."
El profesor más exigente consigo mismo
Dentro de Formación Ninja, Iván siempre ha sido muy perfeccionista.
"Siempre ha sido muy exigente consigo mismo desde el minuto uno. Y yo, al final, que me ha tocado muchas veces estar ahí de responsable suya, siempre trataba de tirarle: oye, Iván, no seas tan exigente. No seas tan perfeccionista."
"Que al final en Formación Ninja abarcamos tanto a opositores más novatos como a más veteranos. No quieras siempre dar el 10. Sino que oye, que dar un nueve está de puta madre."
"Y él siempre me lo luchaba. Decía: no, Cris, pero es que las clases tienen que estar perfectas. Todo el material bien preparado."
Esas conversaciones entre Cristina e Iván eran curiosas.
Cristina intentando frenarlo para que no se exigiese tanto.
Iván diciendo: "No, pero es que tiene que estar perfecto."
Y luego está la creatividad.
Iván es la persona que más se ha divertido delante de la cámara en Formación Ninja.
"Yo me flipaba hacer... empezar a hacer ahí películas. Ya cuando empezamos con hacer imágenes con Inteligencia Artificial, me monto unas películas en la cabeza que no son ni medio normales."
"Entonces claro, eso llega mucho. Porque a la gente se le queda. Se le queda el dato. Que es lo que importa."
La clave: no enseñas a ser bombero, enseñas a aprobar
Iván entendió algo desde el principio.
"Tienes que darte cuenta de que al final tienes que ayudar a la gente a hacer un examen. No a ser bombero. No a ser policía. No a ser guardia civil."
"Eso ya aprenderás cuando estés en la academia. Cuando estés trabajando."
"Tienes que aprender a sacar la máxima nota en un examen tipo test o del tipo que sea. Y ya está."
"Entonces, mientras más énfasis le pongas, mientras más creatividad le pongas, más le va a llegar y más lo va a recordar."
"Tienes que traspasar un poco esa pared que es la cámara para llegar a la persona que está al otro lado."
Y Iván lo consiguió.
Fue uno de los mejores profesores de Formación Ninja.
Y luego, cuando aprobó, fue un orgullo enorme para todo el equipo.
El momento: interino en Cádiz
La llamada que lo cambió todo
Después de quedarse en bolsa en Cádiz, Iván siguió estudiando.
Siguió con Comunidad Valenciana a muerte.
Pero un día, le llegó la llamada.
"Cuando te llaman la primera vez y te dicen: oye, que vienes a hacer el reconocimiento médico. Dices: espera, espera, espera. ¿No está...? Pero ¿para trabajar ya? Sí, sí, sí. Para trabajar ya."
"Es verdad que luego se ha jodido un poco. Pero ya el hacer el reconocimiento y decir: hostia, que viene. Que viene. Que parecía que no, pero al final acaba llegando."
El primer casco: el momento que lo cambia todo
Cuando Iván nos mandó las fotos con toda la vestimenta, su casco y demás, fue uno de los días más felices dentro de Formación Ninja.
"Ver esas fotos de una persona que tenemos super claro que iba a pillar, que iba a llegar ese momento... fue una alegría inmensa."
"Por otro lado, una cierta parte, aquí también mía personal, de: ay, un poco de pena. Porque le perdíamos como profesor y como trabajador y como compañero dentro de Formación Ninja."
"Pero claro, pesa mucho más la alegría de que haya conseguido por fin su sueño. Y de verle tan feliz. Y verle que empieza ahora ya así la etapa que tanto quería."
"Este es el casco"
Hay una anécdota curiosa.
A Iván le dieron dos cascos: el pesado (el de incendios en interior) y el ligero (el de forestales).
"Me han llegado a decir —no voy a decir quién porque me mata— que pensaban que el casco era por la imagen. Por el paripé."
"Y cuando le expliqué a esa persona para qué era este casco, dijo: ah, ¿que es que ese lo usáis?"
"No era por la imagen. Digo: este es el casco. Bueno, este es el de incendios en interior."
"Hizo muchísima gracia."
Cómo se sintió
Le preguntamos cómo se sentía. Y dijo:
"Es como si en el mismo día juntas Navidades, Reyes, cumpleaños y aniversario. Todo el mismo día. Pues esa es la sensación."
"Encima te empiezan a dar ahí una bolsa llena de EPIs y de cosas. Hostia, qué cantidad de juguetitos."
"Y al final es la recompensa un poco que tienes por todo el esfuerzo."
Los consejos de Iván: qué le diría a su yo del pasado
Si pudieses hablar con el Iván de febrero de 2020...
Le preguntamos: si pudieses coger al Iván de ese febrero de 2020, que acaba de decidir opositar, y está aquí sentado ahora mismo, ¿qué le dirías?
Si tienes que aprender una sola cosa, o tienes que apuntar a un solo sitio, ¿qué haces?
Iván no lo dudó.
"Empezar con las técnicas de estudio desde el principio."
"Para mí, los primeros meses que estuve sin ellas fueron tirar el tiempo. Así tal cual."
"No puedo decir que de esos meses saqué una pregunta de 100 en el examen."
"Para mí, empezar desde cero con las técnicas de estudio. Sea Ninja, sea cual sea."
"Y no es un método mágico. Es decir, que luego hay que currárselo mucho. Hay que trabajarlo. Hay que invertir."
"Pero para mí es la inversión que más merece la pena de todas. Sin duda."
El consejo para quien empieza tarde
Iván empezó a opositar con 32 años.
Y algo que le gusta mucho transmitir a la gente que empieza tarde es esto:
"Es que nunca es tarde."
"Si al final tienes tus ventajas, tus inconvenientes respecto a la gente joven. Pero tienes, igual que la gente que cambia de trabajo, no va a haber problema aquí."
"Porque la oposición es muy dura. Y tienes que dejar de trabajar igual una temporada o no."
La mentalidad que lo llevó al éxito
Hay algo que Iván siempre tuvo claro.
Algo que le transmitió alguien hace años. Y que se quedó grabado.
Alguien le dijo: "Tú eres carne de bombero."
Y él recuerda:
"Tenía no sé qué móvil. Tendría un móvil muy patata, muy antiguo. Y recuerdo hacerle una foto a ese mensaje. Era un SMS. Hacerle una foto a ese mensaje y que fuese como: hostia, esta persona que para mí es referente me ha dicho que soy carne de bombero."
"Vaya. Saldrá."
Y Iván siempre tuvo esa mentalidad.
"Yo pensaba para mí: yo ya soy bombero. Lo que pasa es que todavía no me han dado la plaza."
Esa es la mentalidad que lo llevó al éxito.
Esa confianza.
Esa seguridad.
Esa capacidad de decir: "Va a salir. No sé cuándo. Pero va a salir."
Las lecciones de Iván
1. Las técnicas de estudio son la inversión que más merece la pena
Iván no tiene ninguna duda.
"Los primeros meses que estuve sin ellas fueron tirar el tiempo."
No es un método mágico. Hay que currárselo. Pero es la mejor inversión.
2. Enseñar es el mejor método de memorización
"Cuando le estaba enseñando a él, yo ya lo había memorizado 10 veces antes."
Si quieres memorizar algo, explícaselo a alguien.
3. Dejar de vivir en el pasado
Después de las 4 centésimas en Valencia, Iván trabajó muchísimo en esto.
"Dejar de pensar: hostia, y si en esta pregunta hubiese respondido no sé qué."
"Déjate. Que eso ya ha pasado. Sigue con lo que tienes."
Una vez que consigues eso, es super liberador.
4. La estrategia importa más que las horas
Iván no era el típico opositor que estudiaba 12 horas al día.
Era el opositor que estudiaba bien.
Que hacía análisis. Que leía las bases. Que identificaba qué temas eran comunes entre oposiciones.
Que preparaba mapas en una semana y sacaba 3 de 4 preguntas.
Eficiencia.
5. Ganar sin pasar por encima
"Soy de: vale, cuando lleguemos a meta te voy a adelantar. Pero de momento te llevo arrastrando conmigo."
Esa es su filosofía de vida.
Y esa es la filosofía que lo llevó al éxito.
6. Nunca es tarde
Iván empezó con 32 años.
Y hoy es bombero.
Nunca es tarde.
7. Ya eres lo que quieres ser
"Yo ya soy bombero. Lo que pasa es que todavía no me han dado la plaza."
Esa mentalidad.
Esa confianza.
Esa es la clave.
Un mensaje final
La historia de Iván no es una historia de suerte.
Es una historia de resiliencia, estrategia y mentalidad.
De quedarse a las puertas por 4 centésimas y no rendirse.
De aprender a estudiar mejor, no más.
De ayudar a otros mientras competía contra ellos.
De confiar en que, si hacía las cosas bien, tarde o temprano llegaría.
Y llegó.
Hoy, Iván es bombero interino en Cádiz.
Y dentro de poco, será bombero fijo en Comunidad Valenciana.
Porque, como él mismo dice:
"Yo ya soy bombero. Lo que pasa es que todavía no me han dado la plaza."
Esa es la mentalidad ganadora.
Esa es la mentalidad que aprueba.
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