De tres preguntas de 100 a funcionario: la historia de Alberto

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Luka FN

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24 dic 2025

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Hay historias que te enseñan que el fracaso no es el final, sino el comienzo de algo más grande.

Esta es la historia de Alberto.

Un opositor a Gestión de la Administración Civil del Estado que pasó de sacar tres preguntas de 100 en su primer examen a conseguir su plaza después de 5 años de preparación.

Su testimonio es una lección de resiliencia brutal, autodescubrimiento y vocación.

A través de su experiencia entenderás que aprobar no es solo estudiar más, sino encontrar tu camino, tu método y tu porqué.

Este post es una transcripción de una entrevista en vídeo que le hicimos hace unos meses. Si lo prefieres, puedes verla completa en este enlace:

El comienzo: opositar por despecho

Cuando la vida profesional no te llena

Alberto no empezó a opositar por vocación.

Empezó por despecho.

"El motivo por el que empecé a opositar es bien distinto del por el que acabé. En principio fue para salir de la situación en la que estaba profesionalmente hablando."

Estaba en un momento decaído en su trayectoria profesional. No estaba bien. No era feliz. Y quería cambiar.

Tenía algunos familiares funcionarios. Le hablaron de las oposiciones. Y pensó: ¿por qué no?

"Vi una serie de ventajas. Un trabajo estable, fijo. Y me puse a ello sin pensarlo más."

La estabilidad como objetivo

Para Alberto, la estabilidad tenía un peso importante.

"Yo siempre he querido ser padre muy joven. Y con estabilidad puedes asumir retos personales. Puedes emprender otras aventuras."

Esa fue su motivación inicial.

Pero no la definitiva.

Los referentes: la cara A y la cara B

Alberto tuvo referentes familiares que habían aprobado oposiciones.

Un tío que había sacado una oposición de A1. Dura. Fuerte. Y que lo consiguió.

"Siempre te cuenta la familia: 'acuérdate cuando estaba tu tío opositando, cuántas horas en la silla, hay que ponerse, hay que intentarlo, nunca hay que caer'."

Dos casos de éxito en la familia. Dos personas que lo lograron.

Esa es la cara A.

Pero hay una cara B.

"Dos personas, esfuerzos, consiguen aprobar. Y llegas tú. A nivel familiar, entiendo que empezaste con mucha ayuda. Pero el lado B es la presión. Ya no es solo que te pongan desde fuera, sino la que sientes tú de: oye, ellos han podido, ahora me toca a mí."

Y esa presión, con el tiempo, se hizo muy pesada.

"Esa presión la sentí especialmente cuando fueron pasando los años y no aprobaba. Es más, no es que solo no aprobara, es que no conseguía pasar siquiera el primer examen de mi oposición."

"Y eso me minó mucho. Porque cuando tienes los referentes muy cerca de ti que lo han conseguido, que te orientan, pero tú ves que no llegas a ese nivel y no conoces el porqué... es muy frustrante."

El primer año: 8 horas al día sin método

La utopía de las 8 horas

Alberto empezó en 2019.

Trabajaba a jornada parcial. Salía sobre la 1 o 1:30. Y tenía la tarde para estudiar.

Su objetivo: 8 horas al día.

"Intentaba 8 horas al día. Aunque luego me fui dando cuenta de que era un poco una utopía."

Le habían dicho que para aprobar una oposición había que estudiar 8 horas. Y él, con su mentalidad de "siempre he sido buen estudiante", pensó: "pues 8 horas".

Pero claro.

"Tenía la tarde para estudiar. ¿8 horas? No me da. No me da. Era: bueno, habría que quitarse horas de dormir, ¿no?"

Error clásico de opositor.

"Todos nos ha pasado. Para opositar hay que dormir 6 horas. Perfecto. Vas a durar un mes."

El método tradicional: leer, pasar página, leer, pasar página

Alberto estudiaba como siempre había estudiado.

Método tradicional.

"Utilizaba el mismo método que yo había aprendido siempre: estudiar muchas horas, intentar con eso memorizar lo máximo posible."

No iba con la perspectiva de aprobar en esa primera. Lo sabía.

"Ese año me marqué por lo menos intentar llevar la mitad del temario bien. Ver qué tal era."

"Estamos hablando de maquetar ni nada. Hablo de estudiar los 67 temas. Leer, pasar páginas. Leer, pasar página, comprender e intentar absorber toda la información posible."

El primer examen: tres preguntas de 100

Alberto se presentó a finales de 2019.

Llevaba 11-12 meses estudiando.

Con la creencia de que llevaba la mitad del temario bien.

Y llegó el examen.

"Fue un fracaso. Normal. Fue un fracaso."

"Pensé, de hecho, que lo iba a hacer mejor. Creía que al menos iba a acertar más preguntas o iba a estar más cerca de lo que yo pensaba. Pero no. Se vio bastante mal."

Le preguntamos la nota.

"Te lo digo honestamente. Acerté tres preguntas de 100."

"Con 11 meses. Lo digo para que la gente sepa: tres de 100. Un tres. Un uno coma tres de 10 en mi primer examen."

El shock: "¿Cómo es posible?"

Alberto echó un vistazo al examen.

"Empiezo las 20 primeras: nada. Digo: bueno, habrá alguna a partir de alguna parte del examen. Y llego a la 100. Y digo: bueno, pues me suenan un poco. Contesté las que pude, lógicamente, no tenía nada que perder."

"Cuando vi la nota... tres preguntas. Calculé, porque es que no dio para más."

"A nivel expectativa, yo creía que... a ver, sabía que no iba a aprobar ni por asomo. Pero sí que pensaba: al menos 20 preguntas, un poco en la línea de lo que has dicho. Creía que iba a ser capaz de llegar a conseguirlo."

"Sobre todo cuando... yo me consideraba lo que a lo mejor la sociedad llama un buen estudiante. Alguien que en su pasado ha tenido buenas notas, ha tenido éxito. Y de repente te llega a una prueba diferente a las que ha afrontado en su vida y saca esa nota."

"Fue un shock total."

"Sobre todo a nivel interno. A nivel interno de valores, sentimiento personal de: ¿cómo es posible que yo, que creo que soy un buen estudiante, saqué tres preguntas de 100? ¿Qué pasa? ¿Qué es esto?"

"Y me descolocó. Esa fue la primera, el primer golpe, por decirlo suave, que me llevé en la oposición."

El segundo año: más horas, mismo resultado

La conclusión errónea: "La culpa es mía, no estudié suficiente"

Después del suspenso, Alberto pasó un duelo.

Breve. Porque sabía que la siguiente sería la suya.

Y sacó una conclusión:

"El problema estaba en las horas de estudio. Que no me había tomado suficientemente en serio. Que necesitaba ser más disciplinado. Estudiar más."

"Acordé conmigo mismo que eso no podía volver a pasar. Y que yo iba a aprobar. Y que para la siguiente estaba seguro que iba a llegar perfectamente preparado."

"Y además ya no tenías excusa."

"Porque la excusa de la primera era fácil: es que llevo 10 meses, entonces es normal que no apruebe. Pero ya la segunda ibas decidido: la culpa ha sido mía."

¿Qué cambió?

Intentó estudiar más horas.

"Sobre todo fines de semana. Intenté subir un poco más."

Se marcó el primer objetivo: abarcar todo el temario.

"Terminarlo. Digo: bueno, voy a terminarlo. Voy a ponerme con toda la concentración posible. Y esta va a ser la mía."

"Tenía mucha fe. Mucha confianza en mí."

El COVID: cuatro meses solo estudiando

En medio del segundo año llegó el COVID.

"En mi caso, pues entré en ERTE. Y estuve ese tiempo sin trabajar. Tres, cuatro meses."

"Fue la primera vez en la oposición pudiéndome dedicar a estudiar."

Y al principio fue una relajación.

"En el sentido de no estar haciendo dos cosas a la vez. De no tener ese estrés. Fue primero parar la mente, que era algo que necesitaba imperiosamente porque iba a 1000."

"Y al final no estaba ni centrado en trabajar ni centrado en opositar."

"Pude soltar. Ponerme a estudiar. Y decir: venga, voy a aprovechar ahora que tengo todo el día para centrarme 100% en la oposición."

Y pasaron cosas interesantes.

El descubrimiento de la vocación

Durante esos cuatro meses, Alberto descubrió algo.

Algo que cambió todo.

"Descubrí la verdadera razón por la que quería seguir opositando."

¿Cuál?

"La vocación de servicio público."

"Ahí la descubrí. Ahí entendí cómo era yo, mi forma de ser, de entender las cosas. Y dije: ostras, este es mi camino."

"Por fin en mi vida he descubierto por dónde quiero tirar. Porque durante mucho tiempo he hecho cosas a nivel profesional, me he enfocado en un camino determinado, pero yo sentía que no estaba yendo en la dirección correcta. Que ese no era mi lugar en el mundo."

"Y lo descubrí en esos cuatro meses."

La frase que lo acompañó siempre

Hay una frase de un filósofo que Alberto aplica mucho en su vida:

"No hay viento favorable para quien no sabe dónde va."

"Y ahí descubrí que eso es lo que había pasado durante mucho tiempo en mi vida. Que profesionalmente estaba haciendo cosas, pero por inercia. Sin dirección alguna."

"Pensaba que la vida no me estaba tratando bien porque no estaba ascendiendo ni consiguiendo profesionalmente una mejora. Pero es que verdaderamente no estaba yendo en el camino correcto."

"Y eso lo descubrí en la pandemia. A través de ese tiempo en el que pude sentarme, relajar. Y descubrí que esto que había empezado por despecho, por rabia, ahora sentía que se estaba convirtiendo en mi vocación."

El segundo examen: 3,5-4 de 100

En 2021, Alberto se presentó a su segundo examen.

Llegaba con todo el temario. Con toda la fe posible.

"Con toda la fe posible. Absolutamente."

¿Qué tal fue?

"Muy mal también. Algo mejor que en 2019, pero no. Desde luego que no. Me quedé en el primer examen también."

"Saqué en torno a 3 y medio, 4."

Llevaba casi dos años.

"Llegué lo que yo consideraba habiéndome preparado mucho mejor. Como más focalizado, más serio, habiéndome concentrado más. Y llegué 100% focalizado."

"Ahí no había excusa."

"Absolutamente no había ningún tipo de excusa."

Una semana llorando

El resultado fue muy duro.

"Me tiré una semana llorando en mi casa. Sin parar. Era un desconsuelo constante."

"Me acuerdo, de hecho, que llamé a mi abuelo. Porque yo siempre he tenido una relación muy especial con él. Y le dije: 'Oye, he sacado tres y medio, cuatro. Hostia.'"

"Bueno, al final él en su época también pasó por oposiciones. Y me dijo: 'Si es que en la vida no siempre salen las cosas a la primera. Es que estamos muy acostumbrados a que si no sale a la primera ya es un fracaso y hay que ir a otra cosa.'"

"Me dijo una frase que me acompañó durante toda mi oposición: 'El que resiste, vence.'"

La frase de Bruce Lee

Un amigo le contó algo sobre Bruce Lee.

"Bruce Lee, antes de ir a una entrevista o a un casting, se apuntaba en un papelito una frase motivante para poder afrontar ese reto."

"Mi amigo me dijo: 'Oye, Alberto, ¿qué te parece si haces alguna cosa de esta? Seguro que opositando, con toda la carga emocional que lleva eso, puede ayudarte.'"

"Y fíjate, esa frase de mi abuelo, 'el que resiste, vence', cogí papel, pam, pam, pam, la escribí. Y ahí la llevo siempre en la cartera."

Tres meses de duelo

Alberto necesitó tres meses para recuperarse.

"Al principio mi abuelo me decía: 'No te preocupes, tú en 15 días despejas la cabeza y vuelves.'"

"15 días. Más despacio, que estoy muy tocado. Y vamos a darle tiempo."

"Volví en tres meses. Con la cabeza limpia."

¿Qué hizo para llegar con la cabeza limpia?

"Hacer cosas que no había hecho durante la oposición y que me hacían a veces sentirme algo culpable. Que era tomarme ciertos descansos, ciertas libertades, normales dentro de una planificación y de un trabajo tan intenso."

"Por ejemplo, llegar por la tarde y poder pasar la tarde entera con mi pareja. Eso fue una maravilla. El poder estar con las personas que quieres. Dedicarle más tiempo a mi familia. Ver series, que era una cosa que tampoco había hecho mucho. Leer mucho. A mí antes me gustaba leer mucho, y durante la oposición lo dejé totalmente."

"Pude hacer otra serie de cosas que en mi fuero interno, en mi mente, yo sentía que si las hacía durante mucho tiempo en la oposición, eso era horrible. Porque estaba perdiendo tiempo."

"Te sentías culpable."

"Eso es. Me sentía culpable. Y: ostras, que el resto estarán estudiando mientras yo estoy descansando."

El tópico que jugó en su contra

Hay un tópico muy extendido en el mundo de las oposiciones:

"Mientras yo estoy descansando, otra persona está estudiando."

"Y claro, él o ella está enfocado en ese objetivo mejor que yo. Entonces te sientes culpable. Y eso lo solucionas estudiando más y más y más. Y creyendo que así es como vas a lograrlo."

Alberto incluso llegó al extremo de estudiar en el cine.

"Me pasó una vez. Yo fui al cine. Y cuando llevaba 20 minutos de película dije: aquí hay gente estudiando y yo no. Y me saqué el móvil y me puse a estudiar."

"Y ahí me di cuenta de: tío, esto no te está viniendo bien. No te ayuda."

El aprendizaje: descansar no es malo

En esos tres meses, Alberto aprendió algo fundamental.

"El estar haciendo otra cosa en la oposición que no fuera estudiar no era algo malo."

"A veces lo hablaba con mi pareja. Y me decía: 'Sí, es que claro, tienes unas horas de estudio, una planificación, que eso siempre está bien. Pero porque a veces te salgas de eso o lo adaptes a lo que ocurre en el día a día, no es algo malo. Eso no te va a hacer suspender.'"

"No vas a suspender porque ostras, hoy me ha pasado esto en concreto dentro de la planificación que tenía, y he tenido que dedicar media hora a este acto en cuestión. Es que no pasa nada."

"Tú internamente estás tan obstinado en la oposición a veces, que pensabas que todo lo que no estuviera relacionado con estudiar era perder el tiempo. A pesar de cosas tan importantes como cuidar la vida personal, la relación con tu pareja, tu familia."

"Cosas muy importantes a las cuales no pasa nada, absolutamente nada, si le dedicas el tiempo que tú estimes necesario."

"Es decir, no es una cuestión de horas, bajo mi punto de vista. Ya hemos hablado alguna vez de esto. Opositar no es cuestión de horas, sino de calidad."

"Eso fue un golpe de realidad brutal."

"Porque yo toda mi vida pensé que opositar fundamentalmente era cuestión de horas. Y de venga, y intento, el 'no pain no gain'. Pero me di cuenta que no. Lo que contaba de verdad es calidad."

El tercer año: el descubrimiento de las técnicas de estudio

Septiembre de 2022: a la desesperada

Después de tres meses de descanso, Alberto volvió.

En marzo de 2022.

Y siguió estudiando hasta septiembre de 2022. Con método tradicional.

"Y me sentía todavía fatal. Era la rueda, combinado encima con ansiedad, que yo nunca, incluso nunca había tenido ansiedad en mi vida. Y me notaba fatal."

"Intentaba estudiar y encontrar un poco el por dónde orientar las cosas. Pero es que internamente sentía una ansiedad tremenda."

"Me acuerdo que me fui ese verano de vacaciones cinco días con mi madre. Y si no me llego a ir a la playa, sé que me hubiera dado algo. Porque notaba el corazón a 1000."

"Fue ir ahí cinco días, relajar un poco, volver. Y que luego me llegara justo esto a través de mi novia."

El enlace que cambió todo

En septiembre de 2022, la novia de Alberto le mandó un enlace por WhatsApp.

Era el link de Memoria Ninja (el precedente de Formación Ninja).

El curso de técnicas de estudio.

"Me dijo: 'Oye, mira, he visto esto por aquí, que me ha llegado. Lo mismo te interesa.'"

"Y ya cuando lo vi dije: '¿Qué va? ¿Técnicas de estudio? ¿Qué es esto? ¿Humos? Esto no vale para nada.'"

"De hecho, ya algunas otras veces en mi vida académica mi madre me había dicho: 'Oye, ¿por qué no utilizas algo? Aunque sea un subrayador, una esquita, algo.' Y yo: 'Qué va, qué va. Yo tengo una memoria prodigiosa y a mí eso no me hace falta.'"

La bajada de ego

Pero algo había cambiado.

"Fue esa bajada de ego de que supuso los dos suspensos que dijese: 'Bueno, me siento desesperado.'"

"En ese punto estuve los tres meses de descanso. Pero es que luego volví en marzo de 2022 y estuve estudiando hasta septiembre del 22 con método tradicional. Y me sentía todavía fatal."

"Entonces, cuando lo vi, más allá de esta primera impresión, luego pensé: 'Pero Alberto, ¿y qué tienes que perder? Llevas prácticamente 4 años opositando. No has pasado ni un examen. No te has quedado siquiera cerca de un cinco. El último saqué un 3 y medio, un cuatro.'"

"Es el momento. Juégatela."

La técnica de la cadena: el click

Alberto vio un vídeo de YouTube sobre una técnica de estudio.

La técnica de la cadena.

"Voy a probar un poco a ver qué tal sale esto. Y nada, empecé ahí a hacer mi historia, mis imágenes, mis cosas. Primeros colores, primeras... Hice ahí un Word. Ahí tenía la cadena. Hice ahí un párrafo, unas imágenes."

"Y luego lo probé. Dije: 'Hostia, oye.'"

"Voy a probar un par de horas después a contárselo a mi novia, por la calle, andando un paseo, a ver qué tal. Y le dije: 'Oye, mira, esto que me han mandado, hay una técnica que se llama la técnica de la cadena. Te lo voy a contar un poco a ver qué tal. Si dos horas después de haberla estudiado me acuerdo.'"

"Fue como: hostia."

"Y luego claro, vi el curso de técnicas de estudio después de ese vídeo de esta técnica. Y dije: 'A ver, qué tengo que perder. Ahora ya te digo, me siento a la desesperada. Y he visto que este pequeño halo de luz quizá pueda ser la llama que prenda la mecha y que haga ese cambio que yo necesito internamente.'"

La promesa con él mismo

Alberto se hizo una promesa.

"Hice un autopacto conmigo mismo cuando descubrí esto. Que fue: 'Vale, okay, vamos a darle una oportunidad a esto. Y ya que tengo clara cuál es mi vocación, prefiero aguantar hasta los 64 años y 6 meses opositando antes de abandonarlo.'"

"Una promesa interna conmigo mismo."

"Y si tengo que currar de funcionario 6 meses, curaré de funcionario 6 meses. Pero no abandono. Voy a buscar la manera de conseguir esto."

"Y ahí fue justo cuando llegó Memoria Ninja."

El cambio: de 9 meses a la plaza

Noviembre 2022: quedan 4 meses

Alberto empezó el curso de técnicas de estudio en noviembre de 2022.

El examen, en teoría, iba a ser en marzo de 2023.

Quedaban 4 meses.

"Dije: 'Bueno, yo voy viendo, voy empezando a implementar lo que me dé tiempo. Vamos a ver el curso qué tal. Sobre todo porque el haber sentido éxito o un click en mi cabeza con esa técnica de la cadena, digo: creo que por lo menos se merece que le dé una oportunidad de poder verlo todo. Aquí hay algo. Vamos a explorarlo.'"

"Total, ¿qué tengo que perder? ¿Qué tengo que perder? Vamos a ello."

El vídeo que lo cambió todo

Empezó a ver el curso.

Las bases de la memorización. Las técnicas. La organización.

"Eso fue determinante. Absolutamente determinante."

"De hecho, recuerdo un vídeo del curso en el cual el profesor dice: 'Seguramente, después de contar la organización a corto plazo, a largo plazo... Si eres de los que hoy estoy un poco de esto, luego otro poco de aquí, allá...' Hostia, dije: 'Ese soy yo.'"

"Ese soy yo."

Opositar es una profesión

Ahí fue cuando Alberto entendió algo fundamental.

"Opositar es una profesión. Y como tal, tienes que actuar."

"Actuar como un opositor profesional. Y una profesionalidad lleva una planificación. Y lleva tener una estructura que, lógicamente, como hemos hablado antes, flexible. Pero flexible pero no voy al tuntún."

"Es decir: tengo una dirección. Y avanzo en esa dirección."

"Tienes que tener objetivos. Hay objetivos diarios."

"Yo más o menos tenía la planificación de la academia de oposiciones en la que yo estaba. Y yo iba llegando a cumplirlo. Pero no tenía 'lunes tal'."

"Entonces, eso para mí fue importantísimo. Porque me permitió el poder tener una estrategia. Que yo era algo que por aquel entonces ni sabía que eso se hacía en una oposición."

"Yo pensaba que te daban ahí la planificación de la academia tradicional y tú te lo ibas gestionando. Pero que no ponías en una hoja la distribución del tiempo y tu compromiso con eso que tú estás plasmando en el papel."

"Eso lo desconocía."

"Con lo cual, esa parte del curso de técnicas para mí fue determinante a la hora de mejorar."

La resistencia inicial

Como todo opositor que descubre las técnicas de estudio, Alberto tuvo una resistencia inicial.

"Mi novia me dijo en abril, mayo: 'Alberto, tío, esto es en septiembre. Deja ya el curso y céntrate solo 100% en lo que tengas que estudiar.'"

"Y yo pensé: 'Vale, okay, relajo el ritmo porque me quedaba ya poco del curso. Pero por decir así: muero con las botas puestas.'"

"Es decir: si me la juego, me la juego 100%. Y con aplicando las técnicas de lo que yo creo conveniente."

"El objetivo no es terminar el curso. El objetivo es la oposición. El objetivo es aprender y aplicar."

"De qué vale si el core, el grueso del curso, ya me lo tengo aprendido y lo único que queda es aplicarlo."

"Me enfoqué en intentar esa mejora que yo ya estaba sintiendo internamente. Digo: no sé cuál será el resultado. Pero yo sí estoy sintiendo ya una mejora interna en los tests, en la comprensión del temario."

El descubrimiento más importante: comprender estudiando

Alberto descubrió algo que le sorprendió muchísimo.

"Llevaba tanto tiempo estudiando y no entendía bien mi temario."

"Vale, okay, no venía del mundo de derecho o de temario común a las oposiciones. Venía de otro sector que no tiene absolutamente nada que ver con lo que se puede pedir en una oposición."

"Pero hostia, llevar 4 o 5 años y darme cuenta, a través de aplicar las técnicas, que estaba empezando a comprender bien el contenido de mi oposición..."

"Eso fue la leche."

"Fue como: ostras, esta es la señal que necesitaba. Para tener esa gasolina, ese fuego, para continuar."

La estrategia: Anki + código fonético + mapas mentales

Alberto aplicó las técnicas en todo el temario.

Su estrategia:

1. Anki (60% del temario)

"Para mí, el sistema de tarjetas de Anki hizo que una gran parte del temario la pudiese introducir ahí. No solo con el sistema de pregunta-respuesta, sino que yo lo que utilizaba mucho era las respuestas anidadas, sobre todo para tramos o párrafos literales de artículos."

"Combinaba Anki con el código fonético. Y luego con las respuestas anidadas era genial. Porque lo tenía dividido con el sistema de Leitner de 1, 3, 7, 14 días."

"Metí la gran parte del temario en Anki. Que fue un curro."

"Me acordaba de tu vídeo cuando decías: 'Lo ideal es si conoces a otro opositor, que podáis hacer mazos cada uno y los mazos se pueden exportar.' Pues yo no tenía a nadie. No conocía a nadie que estuviera preparando gestión civil o administrativo."

"Fue como: vale, tío, pues vas a tener que hacerlo tú."

"Nada, para mí, en vez de estudiar y dedicarle las horas de rigor de antes de venga a mirarte el temario, pues dediqué a pasarlo. El 60% de mi temario está en Anki. Lo tengo ahí todavía."

2. Mapas mentales a mano (30-40%)

"El otro 30-40% utilicé mucho los mapas mentales a mano, que me gustaba mucho."

3. Técnica de la cadena, técnica del viaje, código fonético

"Y la técnica de la cadena. La del viaje, que me gustó mucho también. Y el código fonético."

"Esas fueron las bases de mi oposición, del cambio que hice."

El paso al digital

Alberto se pasó al digital.

"Mira que yo soy de tacto y de tocar papel. Pero sí, me pasé a digital. Sobre todo por Anki. Porque al final tenía prácticamente toda la oposición ahí. Y eso era lo que a mí me daba confianza."

"Yo notaba, sobre todo, que a nivel de datos, de test, era muy bueno."

El aprendizaje clave: qué técnica para qué información

"Lo bueno que aprendí fundamentalmente fue: cómo, qué técnica aplico a según qué información esté delante mía."

"Eso, al final, fue algo que fui construyendo a mi manera."

Los exámenes: 16 y 17 de septiembre de 2023

16 de septiembre: Gestión Civil del Estado

El examen, que en teoría iba a ser en marzo, se demoró a septiembre.

"La verdad que personalmente me vino muy bien. Porque si a la vez que estaba haciendo el curso, a la vez iba aplicando las técnicas de estudio. Me dio más tiempo para poder llegar lo mejor posible."

Alberto se presentó el 16 de septiembre a Gestión Civil del Estado (grupo B).

Eran dos pruebas el mismo día: test y práctico.

"Llegué muy justo. Es verdad. Porque yo sentía internamente también que llegaba justito de preparación al cambiar todo en 9 meses. Pero bueno, digo: vamos a ver qué tal. Yo me noto mejor. Estoy, tengo sensaciones internas de que esto está tirando a mejor. Vamos a ver cómo sale."

La estrategia muy conservadora

Alberto contestó 60 preguntas de 100.

"Porque el día del examen, con los nervios, no gestioné bien el tiempo. Fui muy conservador."

"Yo es que soy de francotirador. No soy de metralleta. En absoluto. Soy francotirador absoluto."

"También es verdad que perdí, me faltó un pelín de tiempo, bajo mi punto de vista, para plantear mejor la prueba y hacer más test. Que eso también me quedó. Se me fue mucho tiempo. Me enfrascqué un poco en las largas. Al final se me echó un poco encima."

"Y dije: con 50 pruebas pasas, en teoría, al corte. Dependiendo de lo que haga el resto. Pero has contestado 60."

"Entonces salí mal también de mi intento."

17 de septiembre: Administrativo del Estado

Al día siguiente, 17 de septiembre, Alberto se presentó a Administrativo del Estado (grupo C).

¿Por qué?

"Con el tiempo y con los resultados que estaba teniendo, me lo llevaban ya avisando mi familia, en este caso mi novia también: 'Alberto, amplía el abanico.'"

"Yo solo me presentaba a eso en 4 años. A esa oposición, al grupo B. Me dijo: 'Por qué no te presentas al C.'"

"Y ese año se hizo un día distinto. Con lo cual dije: 'Venga, va. Pues me presento. Si total, no pierdo nada. Hay mucho temario en común. Vamos a ver qué tal.'"

El consejo de su novia: cambia la estrategia

De camino al examen, su novia le dijo algo.

"Me dijo: 'Alberto, hay que cambiar la estrategia.'"

"Digo: '¿Cómo cambio la estrategia?'"

"Dijo: 'Vamos a ver. Has contestado 60 de 100, macho. Okay, vamos a confiar que el del grupo B apruebas. Vale. Pero no te quedes tan cerca. ¿Cuántas son? 70. Demasiado conservador. Demasiado conservador. Estoy de acuerdo.'"

"Me dijo: 'A ver, yo no he opositado. Vale. Pero vamos a ver. Sentido común. ¿Cuántas preguntas tienes en el examen de hoy?' Digo: '70.' Dice: 'Vale. Hagamos un pacto entre los dos: no contestes menos de 50. Bien. No contestes menos de 50.'"

"Nota mental: vale, okay. Vale, pues venga."

48 preguntas: el límite

Alberto fue con esa idea.

Pero en el examen...

"Respondí 48."

"Con un sentimiento de culpa. Pero porque es que ya no sabía dónde rascar. No sabía dónde rascar. Miraba y decía: a ver, a ver, vale, hemos acordado 50, pero hostia, no voy a regalar dos preguntas a cuatro opciones sin tener ni idea. Porque ya he rascado todo y me he quedado en dos."

"Céntrate en el caso práctico."

De las 48, acertó 35.

"Acerté 35 y fallé 13."

"Y pasé el corte por dos preguntas."

"Estás ahí, un pelo."

"Dos preguntas. Si hubiera contestado 50, me quedo fuera por una."

El caso práctico: 17 de 19

El caso práctico fue más complicado.

"Hubo uno bastante más complicado que el otro. De hecho, uno con preguntas que al final hubo más correcciones e impugnaciones."

"Yo tuve la suerte, digamos la fortuna, de que esa cara, ese supuesto que creo que era el A, fue el que a mí me entró más. Cuando empecé a ver los dos, me tomé mi tiempo. E hice el B. Y lo vi claro."

"Fui contestando prácticamente casi todas las preguntas. Y al final, de 20, contesté 19 muy bien. Acerté 17. Me dejé una en blanco."

"Me dejé una en blanco al 50%. Me sentó fatal. Porque digo: mira, no arriesgo más. Pero sabía que era una de las dos. Pero digo: mira, si hubiera contestado mal, me hubiera restado una bien. Con lo cual, al final, tampoco hice mal en dejarla en blanco."

La corrección: el móvil de la suerte

El ritual supersticioso

Salieron las listas provisionales de respuestas.

Y Alberto y su novia se pusieron a corregir.

Pero con un ritual.

"Dije: 'Jolín, si yo quiero aprobar una de las dos, tengo que cambiar algo rutinario en cuanto a la corrección del examen.'"

"Le dije a mi novia: 'Porfa, me lo vas a corregir tú. Pero me lo vas a corregir desde el móvil.'"

"Dice: '¿Por qué?'"

"Digo: 'Porque todas las veces que he abierto el ordenador y he visto la lista he suspendido. No quiero que corregir nada con un ordenador delante. Cambiemos el dispositivo.'"

"Fíjate qué cosas pasan. Que uno al final se obsesiona y le pasan estas cosas."

"Y: 'Okay. Vale, pues te sientas en la silla donde yo oposito. Corriges. Y yo mientras, pues así, en otra habitación, en mi habitación, con la cabeza agachada, resoplando.'"

"Y yo la veía apuntando con el boli. Y yo: 'Pero qué tal, pero dime algo.'"

"'Déjame que lo termine.'"

"Y yo no veía que no decía nada. Y: 'Madre mía.'"

Gestión Civil: 58 aciertos de 60

Corrigieron primero Gestión Civil.

"Fueron 60 preguntas. 58 aciertos y dos errores."

"Y cuando lo vi me dijo: 'Oye, vamos a ver qué hace el resto. Pero...'"

"La primera vez en tu vida que pasas de más de 50 preguntas."

"Digo: 'Ostras. Madre mía. Si no hubiera tenido esta falta de planificación o gestión del tiempo en el examen, y haber tenido un poco más de hincapié en los tests, haber hecho más hincapié, podía haber subido a 80 preguntas. Que era lo que, bajo mi punto de vista, debería haber más o menos contestado en el test.'"

"Entonces, bueno, fue ese primer feedback positivo. Porque vi que, oye, que no, por lo menos ya no estaba de entrada por debajo de las 50."

"Eso es que era algo que hasta entonces había tenido. 30, 35 preguntas la última vez en 2021."

"Entonces dije: 'Ostras, wow.'"

Administrativo: 17 de 19 en el test

Pasadas unas semanas salió el de Administrativo.

"Otra vez le dije: 'Oye, por favor, siéntate. Coge el móvil. El mismo móvil. El mismo boli. El mismo cuaderno. Y corrige. Por cada suerte.'"

"No soy una persona especialmente supersticiosa. Pero dije: por favor, todos los trámites y procedimientos igual. Y yo en el sofá, manos y cabeza para abajo."

"Y lo corrige. Termina. Hostia, me acuerdo. Y llorando."

"'¿Qué pasa?'"

"Dice: 'Hostia, dice el test 17 de 19. Madre mía. Y el práctico 17 de 19. Y el test, yo calculo que tienes 35 bien. Seguramente, lo que pones esto es provisional, pero a lo mejor se impugna. Y son 70, y son 35 para aprobar. Te van a restar alguna y te vas a quedar fuera.'"

"Digo: 'Bueno, espérate. Porque según las bases pone que depende del corte. A ver por dónde nos quedamos.'"

El día que cambió todo: diciembre de 2023

La nota definitiva

En diciembre de 2023 salieron las notas definitivas.

Las de las personas que habían aprobado, por lo menos, los dos exámenes.

Alberto estaba en el trabajo.

"Me acuerdo. Me enteré. Estaba en el trabajo. Y delante del ordenador, mirando, como te estoy mirando a ti, fijamente la pantalla."

"Me puse a llorar."

"No pude evitarlo."

"Pensé luego, a posterior: si alguien entra ahora y me para a decir que si me pasa algo, si me encuentro bien... Pero no podía parar de llorar."

"Se me venían tantas cosas a la cabeza. Tantos momentos. Me acordaba mucho de cuando, toda la frustración de aquellos momentos en los que pensé que nunca lo conseguiría."

"Yo no iba a ser esa persona"

"El pensar a veces que yo no iba a ser esa persona que iba a conseguir una plaza."

"El típico lema: 'Esta es tu plaza. Por tu plaza.' Y hubo ya momentos, al final, antes de todo este cambio, en el que yo me autoconvencía de: en base a dónde había quedado, si arriba, abajo, al final iba a haber más opositores que plazas."

"Pero me salía como que estaba unas mil arriba del resto por abajo. Entonces dije: del corte de plaza, del corte. Vamos a ver, son 1000 personas. Es que no me lo van a quitar. Esto... No voy a lanzar las campanas al vuelo, pero yo creo que entro."

El momento

"Y en ese momento, aparte de eso, de no poder parar de llorar, de mirar la nota fijamente, de ver mi nombre, mi apellido, mis apellidos ahí, y no entre los suspensos..."

"Me acordé sobre todo de la gente que ha estado conmigo todo este tiempo. Gente que además ha podido disfrutar. Gente que no está pero que ha estado en mi educación."

"Y hostia, pensé: madre mía, tendrán que estar orgullosos de mí. Porque al final le he echado narices, vamos a decirlo así. Le he echado narices. Y este momento pensé que no iba a llegar. Y lo tenía ahí, en la pantalla, con una nota."

"Venga a mirar la parte de arriba de la resolución del BOE: aprobados de tal, tal. Y seguía sin creérmelo."

La sensación

"Pero la sensación, David... te lo estoy intentando describir con palabras. Pero bueno, tú que has pasado por eso, la gente que está en el proceso que está estudiando también..."

"Siempre digo que una de las cosas que yo un poco me equivoqué también es: hay que visualizarse consiguiéndolo. Yo me di cuenta ahí. Porque ya un poco sabes que al final todo fue a la desesperada. Pero hay que visualizarse consiguiéndolo."

"Tienes que verte con la plaza. Que: en ese momento, aquí está, esto lo voy a hacer, va a ser para mí. Porque el resto sí y yo no."

"Y ahí fue cuando dije: ahora sí. Lo he conseguido. Me he demostrado a mí mismo que soy capaz."

"Después de todos los vaivenes emocionales que he pasado, aquí estoy."

Las lecciones de Alberto

1. El fracaso es el camino al éxito

"Mi abuelo me decía siempre: 'Hijo, nunca nadie te va a regalar nada. Pero el conseguirlo por ti mismo y el esfuerzo que tú le pones, no hay mejor sensación que esa.'"

"Es decir: no solo te enfoques siempre en el resultado. Es muy importante, al final estudias para un resultado. Pero tú valora cada día como opositor cuánto estás dando y cuán de contento estás contigo con lo que estás haciendo."

"Porque eso es lo que al final te va a llevar al éxito, tarde o temprano."

Alberto lo tiene claro:

"He fracasado mucho. He fracasado muchísimo."

"Y lo vemos a veces como algo malo, desolador. Pero a mí, gracias a eso, me ha permitido conocerme a mí mismo como nunca."

"Lo que hemos hablado antes: y alcanzar el éxito."

"Es que es verdad que hay dos prismas hoy en día: los que creen que el éxito siempre, lo que nos venden muchas veces, que se consigue a la primera... Está haciendo x cosa, recomendación, los cinco tips para no sé qué..."

"Habrá gente que lo conseguirá a la primera. Gente que en cuanto hace algo lo logra."

"Yo creo que lo normal no es eso."

"Y que no nos han sabido explicar, o yo al menos no he sabido entender, que hay que fracasar mucho, mucho, y de manera a veces estrepitosa, para poder lograr ese sueño, ese éxito que tú anhelas."

2. Opositar te cambia como persona

"Mi vida puedo decir que sí que ha cambiado muchísimo. Pero sigo intentando ser siempre la misma persona."

"Siempre ha sido una persona, ya no solo estudiando, en todo lo que hacía, bastante mediocre. En todo más o menos. Era: tocaba en un grupo de música pero era el segundo guitarra. Hacía deporte pero no era titular. Estudiando estaba en torno a un cinco o un seis. Siempre en todo lo que hacía era como muy normal, muy en la media-tabla baja."

"Pero a mí la oposición y el darme cuenta de, enfrentarme a un reto gigantesco y salir de ahí con éxito... Ya no solo por la nota, sino por lo que has dicho tú: wow, nadie me había enseñado esto. Siempre me había considerado a mí mismo tonto."

"Entonces, el ver que toda mi percepción durante los últimos 24 años era errónea porque había descubierto una nueva manera de estudiar..."

"Es decir: hostia, me estaban evaluando, me estaban juzgando por algo que yo no sabía ejecutar. Pero ahora sí sé. He descubierto una manera en la que, si hubiese descubierto esto con 12 años, habría cambiado toda mi trayectoria personal."

"Y fue un cambio fuerte de: no me creo la persona que he sido hasta ahora. No, yo no soy esa persona."

3. El autoconocimiento es el mayor premio

"El haberlo pasado tan mal durante tanto tiempo hizo que a día de hoy todavía... Pues bueno, ha pasado poquito tiempo, no llega el año todavía. Acabo de tomar posesión hace dos meses."

"Pero que lo siga valorando. Que diariamente me año y pienso: acuérdate de lo que has pasado. Acuérdate de dónde has estado. Lo mucho que te ha costado esto."

"Acuérdate cuando el día que vayas al trabajo y a lo mejor esté algo mal por algún problema, o siempre rindes igual..."

"Lo que hablaba con un amigo también, que de hecho sacó Policía hace tiempo. Y me decía: 'Hostia, tío, es que lo que no quiero es que llegue a mi trabajo y lo normalice.'"

"Le pregunté: '¿Pero en qué sentido normalizar?'"

"Dice: 'En el sentido de que no recuerde lo mal que lo he pasado. La cantidad de veces que he llorado. Y la cantidad de veces que pensar en dejarlo. Es que no quiero que eso se me olvide ninguno de los días que presto servicio activo.'"

"Y yo siempre recuerdo mucho las palabras esas de mi amigo. E intento aplicarlas en mi día a día."

4. Descubrir el verdadero sentido de estudiar

Alberto descubrió algo durante la oposición.

Algo que no había descubierto durante toda su vida académica.

"Descubrí que para mí el verdadero sentido que tenía estudiar, y que no había sido capaz de descubrir durante toda mi vida, era conocerme a mí mismo."

"Fue algo de decir: ostras, es que estudiar, progresar y saber me permite saber mejor quién soy. Que es algo que pienso que dura toda una vida. Y a veces cuesta mucho descubrirlo."

"Yo lo mejor que me he llevado de la oposición no fue la plaza. Fue eso."

"El autoconocimiento. El crecimiento y conocimiento personal que yo obtuve durante la preparación de mi oposición fue acojonante."

"La plaza, obviamente, la valoro muchísimo. Sería absurdo no valorarla. Pero yo eso es lo que más he sacado."

"Yo soy una persona completamente diferente pre-oposición que post-oposición. Pero completamente diferente."

5. La vocación lo sostiene todo

"Si tu razón subyacente para opositar es lo suficientemente fuerte para mantenerte en los malos momentos..."

"Yo tenía la vocación. Y el saber que ese era mi camino."

"Pero claro, no solo se vive de eso. La fe es básica, fundamental. Es decir, si tú internamente, por el motivo que sea —vocación, estabilidad, lo que sea— notas que es suficientemente fuerte, eso va a ser prácticamente infranqueable para no abandonar de manera fácil."

"Pero necesitas algo que tú sientas que, después de cuatro o casi 5 años, estás avanzando."

"Eso yo no lo tenía. Lo único que tenía era la fe."

"El 'que resiste, vence'. Y: aguanta, aguanta, que va a llegar tu momento."

"Pero yo internamente sentía también que no lo iba a conseguir. Necesitaba un rayo de esperanza. Necesitaba esa chispa. Algo que dijera: 'Alberto, sigue, porque tienes oportunidad. Tienes opción de conseguirlo.'"

"Porque yo no lo encontraba. Seguía estudiando, seguía estudiando, pero no lo encontraba."

"Por eso, cuando probé esto, eh... Al final siempre cuento una anécdota: hice un autopacto conmigo mismo cuando descubrí esto."

"Que fue: 'Vale, okay, vamos a darle una oportunidad a esto. Y ya que tengo clara cuál es mi vocación, prefiero aguantar hasta los 64 años y 6 meses opositando antes de abandonarlo.'"

Un mensaje final

La historia de Alberto no es una historia de talento natural.

Es una historia de resistencia brutal.

De sacar tres preguntas de 100 en el primer examen y no rendirse.

De sacar cuatro preguntas de 100 en el segundo examen y llorar una semana entera.

De pasar cuatro años sin pasar ni un solo examen.

De descubrir, en el momento más duro, que lo que había empezado por despecho se había convertido en vocación.

De encontrar, a la desesperada, un método que le cambió la vida en 9 meses.

Y de demostrar que el que resiste, vence.

Hoy, Alberto es funcionario del Estado.

Y cada día que va a trabajar se acuerda de todo lo que le costó.

De las tres preguntas de 100.

De la semana llorando.

De los cuatro años sin pasar un examen.

Y de la frase de su abuelo que le acompañó siempre:

"El que resiste, vence."

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